Municipio: Cillaperlata
Distancia desde Cillaperlata: 0 km
La necrópolis de San Juan de la Hoz es una de las más importantes en la región de Merindades. Compuesta por 82 tumbas excavadas en la roca, se encuentra al lado del antiguo monasterio paleocristiano de San Juan de la Hoz, precursor del de Oña. Durante los años 1979-1986 se realizaron excavaciones arqueológicas en 74, recuperándose un total de 67 individuos: 37 hombres, 22 mujeres, 5 niños y 3 indeterminados. La necrópolis se ha datado entre la segunda mitad del siglo VIII y el siglo XI, coincidiendo con la fundación del monasterio en el 790 y su subordinación al cercano monasterio de Oña fundado en el 1011.
Lo más interesante de la necrópolis de San Juan de la Hoz son las prácticas funerarias que se han descubierto. La orientación de las tumbas es un elemento que ha llamado la atención de los arqueólogos. Todas las tumbas están orientadas con la cabeza hacia el oeste y los pies hacia el este, siguiendo un patrón común al resto de necrópolis altomedievales de la zona. Esta orientación puede deberse a una pervivencia del culto solar en relación con la muerte, ya que la puesta del sol señalaría la región de los muertos. Pero también puede ser un rito eminentemente cristiano al situar la cabeza mirando hacia Jerusalén, hacia la luz de la verdadera vida.
Sin embargo, las tumbas no se sitúan en un eje oeste-este perfecto, sino más bien siguiendo un patrón NO-SE, lo que proporciona datos acerca de la época del año en que fueron construidas. Dado que el sol únicamente se oculta por el oeste exacto en los equinoccios y que durante el resto del año se desplaza más hacia el norte o hacia el sur de este punto cardinal, los arqueólogos llegaron a la conclusión de que este tipo de tumbas excavadas en piedra fueron hechas evitando los meses de más calor y de mayor frío, concretamente entre febrero-junio y agosto-noviembre.
Pero lo más sorprendente de la necrópolis de San Juan de la Hoz son los elementos paganos que se han encontrado en ella. En varias de las losas de cubierta halladas se encontraron pequeños orificios circulares a la altura de la cabecera destinados a la antigua costumbre romana (pagana) de hacer libaciones al difunto. Además, en las tumbas situadas en el interior del templo románico superpuesto al visigodo, se encontraron monedas colocadas en las manos de los difuntos, siguiendo también un ritual o costumbre pagana.
La aparición de cuerpos con una moneda en la mano es otro elemento a destacar y cuyo significado e interpretación resultan más complejos. En la antigüedad griega y romana era costumbre colocar una moneda en la boca o en los ojos del difunto para pagar al barquero Caronte en su viaje al reino de los muertos. Esta tradición es mencionada por los autores latinos del siglo I d.C. y se expandió por todo el Imperio. A partir del siglo II d.C. se documentan monedas en la mano de los difuntos, tal vez con el significado de amuletos o talismanes, para traer buena fortuna desde el más allá a los que quedan aquí. Se trata, no obstante, de un rito que apenas está constatado en la Alta Edad Media y que se retoma a partir de los siglos XII y XIII, llegando incluso hasta nuestros días.
Ambas prácticas parecen ser costumbres paganas que muestran que la cristianización de toda esta zona fue un proceso lento y difícil, coexistiendo durante siglos con determinadas prácticas ancestrales firmemente arraigadas entre sus habitantes. Los enterramientos muestran esta dualidad entre creencias cristianas (inhumación y orientación de las tumbas) y paganas romanas (libaciones y monedas en las manos de los difuntos).
Es importante destacar que cuando se habla de paganismo en este yacimiento, debemos asociarlo no con creencias prerromanas sino con los rituales funerarios romanos anteriores al cristianismo. El ritual funerario característico de los pueblos prerromanos de la zona (cántabros y autrigones) fue la incineración. En la antigua Roma coexistieron los dos principales ritos funerarios: la inhumación y la incineración, aunque con el ascenso del cristianismo, la inhumación adquirió una mayor importancia y todo apunta a que hacia el siglo II d.C. la incineración deja de utilizarse en todos los rincones del imperio.
En resumen, la necrópolis de San Juan de la Hoz en Cillaperlata es un lugar fascinante para los arqueólogos e historiadores. Además de ser un testimonio de la historia y la cultura de la zona, muestra la dualidad de creencias que coexistieron durante siglos en la región de Merindades. Las prácticas funerarias que se han descubierto en este lugar nos muestran cómo la religión, la cultura y las tradiciones se entrelazan en la vida y en la muerte, y cómo estas prácticas han evolucionado a lo largo de los siglos.
Bibliografía en Internet
- La necrópolis altomedieval de San Juan de la Hoz en Cillaperlata (Merindad de Valdeporres, Burgos): datos para su estudio antropológico y paleopatológico. María Luz Martínez Calvo, Carmen Nieto Márquez, Ana Mª Díez Villanueva y José Mª Ulla Rodríguez
- La necrópolis altomedieval de San Juan de la Hoz en Cillaperlata (Burgos): un lugar de transición entre paganismos y cristianismo. – Juan Carlos Losada Villasante
- Necrópolis de San Juan de la Hoz. – Turismo Merindades
- Necrópolis de San Juan de la Hoz. – Rutas de los Sentidos