La leyenda dice que en la zona de Encinillas se entabló una batalla entre tropas cristianas y tropas musulmanas, estando las primeras lideradas por Don Pelayo.
La leyenda más extendida hace alusión a una supuesta batalla acaecida en 726 en la que el propio Don Pelayo se unió a las huestes de Don Pedro para llevar a cabo una horrorosa matanza de hasta 8000 musulmanes. La Virgen habría intervenido en el lance haciendo que el día durase dos horas más para que los cristianos pudiesen acabar su macabra tarea.
Las Merindades es una comarca de Burgos, en Castilla y León. Antes de la reorganización administrativa territorial de 1978, la zona de Las Merindades recoge el origen del Condado de Castilla. Está limitada al oeste y noroeste por Cantabria, al noreste por el Territorio Histórico de Bizkaia, al este por el Territorio Histórico de Araba-Álaba y al sur por las comarcas del Ebro, La Bureba y Páramos.
La comarca está compuesta por más de 360 núcleos de población agrupados en 26 municipios, siendo uno de ellos Cillaperlata. La capital de la comarca es Villarcayo. La comarca tiene una superficie total de 2821 km² y a 1 de enero de 2019 (Datos del INE) contaba una población total de 21 563 habitantes, lo que hace que su densidad de población sea de 7,64 hab/km².
En este apartado, además de mostraros lugares de interés y la distancia a Cillaperlata, también os contaremos leyendas, historias, noticias y curiosidades del territorio.
La realidad es que esta batalla fue «inventada» en los términos de la leyenda, en el siglo XVII, no estando sustentada en ninguna referencia histórica certera que este reflejada en ningún texto. Fue Juan José de Salazar y Hontiveros quien referenció que Gregorio de Argaiz, fraile benedictino, describió la zona de encinillas de la siguiente manera: «… se ve que a la otra parte del Hebro, al Oriente, el Campo de Negrodia con más de quinientas sepulturas amojanadas a los pies y cabecera, cada una con dos losas y en medio una Hermita de Nuestra Señora de Encinillas, que muestra todo el auer tenido aquí algún suceso funesto…«.
Origen de la leyenda
A partir de ahí, se fabulo una historia que sigue casi inalterable hasta hoy en día. «Don Pelayo le quitó la ciudad de León al alcaide Mahomet Itriz, que la tenía por Mahomet Avenrahamin, primer rey de Toledo; dice más, que después de tomada León, dejó en su tenencia y guarda al capitán Hormiso, y que empeñado con esta tan grande victoria en proseguir la libertad cristiana y defensa de la patria, atravesó con su milicia en busca de los moros por Liébana, y que no hallando con quién pelear, llegó hasta donde se junta el río Ebro y el río Nela, donde hoy se ve el lugar que llaman Trespaderne, aquí le aguardaba el ejército enemigo, teniendo tan cubiertas las espaldas con las altas peñas de Tedeja, por donde empieza a salir el caudaloso río Ebro a los llanos de Tobalina, para aprovecharse de la caballería que tenía. Este sitio está a dos leguas de la villa de Oña y en él acometieron los ejércitos, y se dieron batalla de poder a poder; pero continuando sus favores el Cielo, le concedió al rey don Pelayo una de las más memorables victorias que consiguió España en aquel siglo, porque murieron más de siete u ocho mil moros, y quedó en el campo toda la riqueza que traían. Y a más de ello, se ahogaron muchos en los dos caudalosos ríos Ebro y Nela, lo cual sucedió a los nueves días del mes de agosto, víspera del gloriosísimo mártir San Lorenzo. Y parece que fue en el año de setecientos y veinte y seis. Para memoria de esta victoria quedaron tres cosas notables. Una el nombre de Peña Rubia o Bermeja, que señalan allí cerca los labradores, y el Campo de Negro Día, que por la misma sangre que se derramó entonces de moros y cristianos le dieron y conserva hasta hoy. Otra, la ermita de Nuestra Señora de Encinillas, de la otra parte del Ebro, al lado oriental, donde el rey don Pelayo mandó enterrar los cuerpos de los cristianos que murieron, y en la cual se ven hoy en día más de cuatrocientas sepulturas de ellos, señaladas con losas, en la circunferencia de dicha ermita. La tercera es la ermita de Nuestra Señora de los Godos, que está a la entrada de las peñas y caminos que hizo por allí la naturaleza para Oña y para que saliera el Ebro a Tobalina. Esta ermita se erigió entonces para sepultura de los más nobles capitanes que murieron en esta batalla. El vulgo dice que se enterraron allí algunos reyes godos y el archivo de Oña lo favorece en algunas de sus escrituras llamándola Nuestra Señora de Regodos. Pero es lo cierto que fue para capitanes de los más ilustres y defendientes de la sangre real de los godos, porque se depositaron en la bóveda primera, que toda es de piedra toba, cuatro o seis cuerpos en las tumbas o arcas de piedra blanca y una o dos tienen sus molduras y coronación, que representan mucha grandeza. Habiendo sido siete mil u ocho mil los moros muertos (que no se puede afirmar con certeza los que fueron) es sin duda que su ejército fue muy numeroso porque, ordinariamente, son muchos más los que huyen que los que mueren en viendo desbaratados sus escuadrones. No sé si pasó adelante don Pelayo, pero me consta suficientemente que entonces se edificaron tres castillos fuertes en las gargantas y entradas de aquellos montes, que parece lo puso por frontera y guarnición de lo que había ganado. El primero donde se dio la batalla, en la misma boca del Ebro, llamado castillo de la Guarda, dicho en latín, Castrum Tutella, y por corrupción, Tetelia y hoy Tedeja. El segundo estuvo una legua más adelante, donde se junta el río Vesga con el Ebro, en el puerto de la Peña Horadada, y por estar sobre una peña que tiene debajo de sí una cueva, le dijeron el castillo de Cuebarana. El tercero en Valdeveso, en un monte llamado Tesla y después Montes Alegres. Y de estos tres fortísimos e incontrastables castillos se hacía mucha memoria en el archivo del monasterio de Oña, que es muy antiguo.»
La realidad. Mismo origen que la Batalla de Covadonga
No hay evidencia histórica de la batalla, ni restos que determinen que la batalla fuera entre tropas cristianas y musulmanas. Por otro lado, ni eran las tropas, ni siguiera los reinos en la época cristianos o musulmanes, sino sus reyes.
La batalla, con la reescritura de la historia que se hizo en el siglo XX, se enmarco en la reconquista de España frente a los musulmanes.
Hay varias consideraciones a tener en cuenta
En el siglo VII no existía España, ni estaba en la mente de nadie su existencia. La península era un territorio donde las batallas se daban más en base a intereses territoriales que de religión. Los primeros textos con referencia a Pelayo fueron escritos 150 años después de su muerte y el enaltecimiento como figura épica tuvo su apogeo en el siglo XVII y especialmente con la versión nacionalista de la Historia de España impuesta por el franquismo en el siglo XX.
Las fabulas se asientan siempre en hechos certeros amoldados por la imaginación o las intenciones de personas que dan carácter histórico a hechos que no la tienen. Está documentado, en el siglo XVII, el nombre de Negrodia para los campos que rodeaban a la iglesia de Encinillas, pero no que ese nombre tenga que ver con que la Virgen alargara el día para que las tropas cristianas ganasen la batalla a las musulmanas. Es más, si el día se alargó en horas, tendría más sentido que se llamase blancodia que no negrodia.
Está documentada la existencia de tumbas (más de quinientas) con doble losa, alrededor de la iglesia de Encinillas, también en el siglo XVII, pero no existe evidencia de que fueran del siglo VII. Por otro lado, si fue una batalla «de paso» (según la leyenda Pelayo se encontraba buscando tropas musulmanas a las que enfrentarse y fue aquí donde las encontró) y si en la zona no existía un asentamiento cristiano, ¿Cómo fue que se entretuvieron para construir una ermita y para dar sepultura en piedra de doble losa a más de 500 restos cristianos?
Existe la evidencia de la existencia de la iglesia de Encinillas en el siglo XVII, pero no de su existencia en el siglo VII.
¿Cómo es posible que no se encontrara ningún resto musulmán de la batalla? Es cierto que los musulmanes enterraban en tierra y con los cuerpos preferentemente desnudos, con lo cual es más que probable que se descompusiesen… pero ¿Qué paso con las riquezas que los cristianos les quitaron a los musulmanes? ¿Cómo es que no apareciese ninguna enterrada en el lugar? ¿Cómo es posible que no apareciese en ningún sitio el inventario de pertenencias arrebatadas por los cristianos, especialmente por las tropas de Pelayo o Pedro, Duque de Cantabria, a los musulmanes?
Las Batallas de Covadonga y del Negrodia no aparecen referencias por ningún escrito musulmán, así que, de existir, probablemente no pasaran de ser escaramuzas.
¿Y si la batalla de Covadonga y la del Negrodia fueran las mismas?
El relato de las batallas de Covadonga y la del Negro Dia tienen las mismas características. En todas ellas las tropas cristianas eran muy inferiores en número a las musulmanas (siempre citadas en más de 100.0000 integrantes). La intervención divina es la que marca las diferencias, inclinando la balanza hacia el lado cristiano. En ninguna hay evidencias por parte del bando musulmán, ni en escritos, ni en restos humanos, ni en restos de los tesoros presuntamente quitados a sus tropas
Si en la batalla de Covadonga Pelayo se encontraba al frente de un ejército de apenas 500 personas y en la batalla del Negrodia contaba con un número similar de integrantes. ¿dejó lo que hoy es Asturias sin defensa y aun así los musulmanes no la reconquistaron de nuevo?
¿Si el ejército de Pelayo tenía apenas 500 integrantes y en de la batalla del Negrodia resultaron más de 500 tumbas cristianas, se quedó Pelayo sin ejercito? ¿Sólo sobrevivió él? ¿Fue rey de un territorio, Asturias, sin habitantes y sin ejercito?
Teniendo en cuenta las fechas en las que se dice que tuvieron lugar las batallas (726 para la del Negrodia y 718 o 722 la de Covadonga) y las similitudes en cuanto a intervención divina o efectivos de ambos bandos, bien pudiera ser que ambas leyendas tuvieran un mismo origen y que, teniendo en cuenta la existencia de tumbas en Cillaperlata y no en Covadonga, la batalla real o los hechos sobre los que se construyeron las leyendas, aún aconteciendo en fechas muy posteriores, tuvieran lugar en la zona de Encinillas, en forma de escaramuza, enfrentamientos entre nobles, saqueos y defensa de monasterios, castillos o centros urbanos o de cualquier otro tipo.